A tientas
Alejada de la realidad y ya cansada,
miró a su alrededor e intentó buscar el camino. Nunca supo muy bien
a quién preguntarle, ni siquiera sabía si tenía o debía
preguntar o simplemente intuir el camino.
Los pies le pesan cada vez más. Su
alma llena de dolor y tristeza camina a ras de suelo, muy cerca de sus pies, casi impidiendo que se forme su sombra, haciendo que el sol
siempre parezca que está perpendicular a su cabeza, abrasando y
quemando sus pensamientos. Pesa... Como las cadenas le pesan a un
fantasma, como pesan las condenas, me pesa el alma cargada de llantos
y soledad.
Quiso explicar con palabras los anhelos
de su corazón y erró, las palabras no siempre son entendidas y
menos cuando vienen de un corazón acelerado y con unas ganas locas
de amar, enloquece el amor y enloquecen las palabras, nublando
cualquier atisbo de luz en el camino. Oscurece, oscurece el corazón,
apaga llamas y roba ilusiones. Cómo me pesa el alma, qué
perpendicular está el sol, que ciegas son las palabras que sin
avisar se cuelan en nuestros oídos.
Tus ojos, definición de otro mar,
ahora tan oscuros y lejanos, tan llenos de nada. Y el silencio otra
vez, cogido de la mano del vacío, saludan a mi alma cordialmente,
como si auguraran toda una vida juntos, como si supieran el destino
final de todo esto.
El caos. En mi cerebro se agolpan las
ideas, me recuerdan a un montón de atunes tratando de salir de las
redes de los pescadores, luchando con todas sus fuerzas, pero
atrapados con enormes cuerdas tan invisibles al principio y tan
infranqueables ahora que las veo. El caos, amotinado en mi cerebro no
le cuesta demasiado bloquearme, soy débil, me ahogo, me pierdo en un
mar ensombrecido por la tristeza.
Caigo, en un agujero inhóspito lleno de
almas errantes, lleno de almas perdidas. Caigo...