martes, febrero 28, 2006

El teatro de la vida

El telón ha caído, la función ha terminado...
Paseo mi mirada por el patio de butacas esperando algún aplauso, pero está vacío,
la obra no ha gustado, todo el mundo se ha marchado.

Me tumbo sobre el frío escenario y miro los enormes focos que hacía poco me habían iluminado, qué es lo que ha pasado?
No se lo han creído?
... Pero si no he sobreactuado, creo que ni siquiera he actuado, he sido yo, he llorado y he sufrido, he probado el sabor amargo del dolor y he muerto mil veces para volver a probarlo y todo ha sido real, por qué no lo han sentido?

Hay tanto silencio que hasta puedo oír su sonido... No voy a llorar, no quiero llorar, quiero gritar mi soledad. Intento buscar una salida desesperada, mi respiración es cada vez más entrecortada, creo que mi corazón se va a parar, pero espera, para... Esto es un teatro y como he entrado, puedo salir, sólo tengo que mirar a mi alrededor, girar sobre mi misma y... Ahí está, la salida, camino hacia ella ni siquiera fijo mis ojos en el escenario... Total... el telón ha caído.

Salgo aliviada, inspiro el aire puro del exterior y antes de que pueda soltarlo suena un aplauso, dos, tres... mil... Allí están todos, aplaudiéndome, sonriéndome, todo son abrazos, todo es risa... No aplauden mi obra, aplauden mi salida, porque por fin mi peor función ha terminado y ese telón viejo y lleno de dolor no volverá a ser levantado.